"Aunque no tenga hambre no me puedo contener. Veo la comida y me abalanzo sobre ella".
"Quiero adelgazar, pero no puedo aguantarme la boca. Después que como me entra una depresión terrible y me odio a mi misma"
"Veo a alguien comer y no puedo aguantarme. Cuando empiezo no paro hasta sentirme reventar"
"Aguanto y aguanto… hasta tres días hago régimen, pero al cuarto ya me rajo y como más que antes"
"Todo me gusta, disfruto comer, lo crujiente me entretiene y lo dulce me relaja."
Muchas son las causas que nos llevan a comer y comer sin control y a romper cada compromiso que nos hacemos de adelgazar. Algunos requieren atención especializada y de hecho, antes de decidirnos a llevar una dieta para adelgazar, debemos consultar a un especialista. Primero tendremos que descartar los factores biológicos que nos pueden condicionar esta actitud a comer de más y la tendencia a engordar, como los trastornos glandulares y no perder de vista los psicológicos, que condicionan nuestra conducta y nos llevan a tal descontrol.
Comer resulta muy placentero. ¿Quién puede negarlo? Pero antes de sobrevalorar los alimentos y el placer que provocan debemos valorarnos a nosotros mismos.
Comer para vivir y no vivir para comer.
Si llegamos a tener total convicción de ello podremos empezar a combatir la gula, y para ello el primer paso es aumentar nuestra autoestima. Si nos queremos un poco más empezaremos a valorar mejor lo que nos hace mejores y nos proporciona mayores beneficios. El placer de comer lo que nos gusta mucho empezará a ceder terreno al placer de nutrir nuestro cuerpo con alimentos saludables. No es que dejemos de disfrutar lo que comemos, es incluir nuevos indicadores en la evaluación de los alimentos: cuanto nos afecta o nos favorece, qué consecuencias buenas o malas traerán para nuestro cuerpo.
No están de más algunos consejos para combatir la ansiedad por comer todo el tiempo:
- Pregúntate a ti mismo antes de llevarte algo a la boca: ¿Realmente tengo hambre… no será sed? Entonces tómate un vaso de agua y piensa: Estaba deliciosa.
- Si vas a ver la tele y quieres "picar" escoge cacahuetes o alguna fruta. Si definitivamente te decides por las rositas o por las galletas no cargues con el paquete, pon algunas en un plato pequeño y si no es mucho sacrificio compártelas.
- Evita el estrés y la ansiedad, si no puedes evitar la tentación escoge goma de mascar de cuando en cuando, sin azúcar preferiblemente.
- Cambia de actividad de cuando en cuando. Realiza ejercicios físicos y bebe muchos líquidos (naturales, preferiblemente no gaseados y poco azucarados).
- Si vas hasta la esquina a comprar algo de comer sal con el dinero justo para un bocadillo pequeño.
- Declara un día a la semana como el día de la dieta sana. Ese día come solo frutas y vegetales. Invita a los amigos y comparte con ellos tus planes de controlarte la boca.
- Sírvete en un plato pequeño y come con una cucharilla de postre, lo más lento que puedas y masticando muy bien. Te vas a sentir satisfecho muy pronto.
- No esperes a sentirte desfallecer para comer algo. La ansiedad que genera el bajón energético te hará comer con desesperación.
- Realiza varias comidas al día, balanceadas y poco abundantes. Si comes una o dos veces te verás obligado a comer mucha cantidad de una vez y la capacidad de tu estómago aumentará.
- No vueles turnos, si lo haces tu cuerpo se preparará para sacar el mayor provecho de lo próximo que caiga al "saco" "por si las moscas" previendo se repita la falta y de seguro engordarás. Recuerda que tu cuerpo es una maquinaria perfecta.
- Busca información y estudia sobre las ventajas de los alimentos sanos.
- No te sometas a dietas indiscriminadamente. Casi todas terminan en decepción y depresión. Esto a su vez lleva a comer más.
- Deja algo en el plato aunque no tengas mascota.
Y recuerda, empieza por conocerte y aceptarte. Ese es el primer paso. Comer es un placer para todos los sentidos. Está en tus manos sacar el mejor provecho de cada bocado.